A pesar de las resistencias que se movilizan frente a la imposibilidad, lo cierto es que a veces las circunstancias mandan. Vivimos un tiempo de noes, de peligros latentes, de vulnerabilidad, de limitaciones y de frustración de los deseos, vivimos tiempos de pandemia.
Las posturas psíquicas que se activan en este escenario son diversas, unas dirigidas a la adaptación al medio y otras que surgen de la negación, conformando fuertes defensas frente a la realidad. En todas ellas el protagonista se repite: un ser humano expuesto en toda su amplitud a la incertidumbre, la indefensión y la ambigüedad.
La pandemia plantea grandes retos para todos, uno de ellos es la necesidad de cambio personal y ahí surge el conflicto para algunos, ¿psicoterapia presencial u online?
Mi experiencia con el trabajo online parte de hace ya varios años por motivos de movilidad y diversas necesidades de los pacientes y, a pesar de las propias resistencias que mostré yo misma en aquellos tiempos, lo cierto es que las experiencias han sido tremendamente enriquecedoras para todos. Mi sorpresa vino al observar cómo las limitaciones marcadas por un medio virtual generaban un aumento de la atención sobre el uso de la palabra. Diría que la palabra adquiere aún más valor del que ya tiene cuando no se acompaña de otro tipo de estímulo. Aquello me permitió trabajar en similares términos terapéuticos teniendo acceso al paciente por vía presencial o por vía online indistintamente. De ahí que transitara mi propia resistencia de origen y encontrase al otro lado una solución adecuada a las dificultades que muchas veces tiene el hecho de acudir físicamente a un profesional.
Abrirse a la posibilidad de hacer terapia online trae consigo una ventaja añadida que tiene que ver con la selección del profesional desde el deseo personal y no por cercanía o accesibilidad. Me resulta inspirador poder llegar con un clic a cualquier persona que aun estando a kilómetros de mi despacho físico optan por preferir mi perfil profesional.
El trabajo online abre todo un abanico de posibilidades en un mundo que ha cambiado su relación con los otros, sin negar la necesidad de la importancia del contacto físico es sin duda también un regalo el que esto no suponga una limitación al acceso a los profesionales en el ámbito de la salud.
En los últimos meses hemos pasado por una experiencia impactante, un confinamiento donde se repetía el mismo mandato para todos: “quédate en casa”. Y con ello la apertura al formato online en todas las extensiones de la vida cotidiana. Para mi sorpresa la aceptación del nuevo medio por parte de los pacientes ha resultado exquisita, fácil y una opción con ventajas que previamente ni siquiera se habían planteado. Y si bien para muchos era deseable la “vuelta a la normalidad” y recuperar las sesiones presenciales, para muchos otros se ha incorporado como una modalidad que les resulta facilitadora. Y es que, en definitiva “querer, querer” hace que el formato pase a un segundo plano y se camine hacia el deseo consciente: el cambio personal de la mano de la psicoterapia.