Mi experiencia con las sesiones por Skype con los pacientes

Si bien es cierto que durante años me costaba entender la ruptura del marco terapéutico tradicional, donde paciente y terapeuta se encuentran en el despacho profesional, también es cierto que evolucionamos con el paso de los años y nuestras creencias y prejuicios cambian, afortunadamente haciéndonos más flexibles, al hilo del cambio generacional y de las necesidades nuevas que van apareciendo con los cambios sociales y tecnológicos.

Mientras yo defendía de forma vehemente las sesiones en un marco terapéutico estático tuve el placer de atender en consulta a un joven lleno de vida, energía y buenas ideas, que como no podía ser de otra manera decidió emprender su marcha por el extranjero para abrirse al mundo. Fue él quien me convenció de proseguir las sesiones a través del Skype, una nueva experiencia para mí que comenzó hace ya más de 5 años y de la que he aprendido que las barreras no las pone el tiempo ni la distancia, sino nosotros mismos en un acto de aferrarnos a viejas creencias que a pesar de ser buenas, a veces resultan incompletas, más cuando somos capaces de abrirnos a lo nuevo y comprender que las personas se mueven cada vez más y como no, el mundo va moviéndose a su ritmo, en una danza cada vez más compleja y dinámica.

A partir de entonces entendí que la necesidad del paciente a veces está por encima de la rigidez del plano físico y que tanto la psicoterapia presencial como la psicoterapia online son buenas opciones si existe un terapeuta al otro lado capaz de escuchar o comunicar, al margen de tener una mesa o una pantalla de ordenador en frente.

No niego que cuando trabajamos de forma presencial contamos con muchos matices que  amplían la comunicación y la comprensión, seguramente la facilitan porque tenemos una información completa, sin embargo, cada vez que inicio una terapia online aprecio que las limitaciones derivadas de una pantalla invitan a una escucha muy activa y a una apreciación del tono de voz, la expresión facial y gestual por parte tanto del terapeuta como del paciente, aumentando y completando la información necesaria para un eficaz desarrollo de la sesión, garantizando unas condiciones óptimas que puedan suplir esas posibles limitaciones que tiene siempre la falta de contacto directo.

Actualmente algunos de mis pacientes optan por combinar la terapia presencial y la terapia online, en función de sus necesidades, mientras que algunos prefieren la primera y otros optan directamente por la psicoterapia online debido al lugar en que viven. Curiosamente cada vez es más la gente de las nuevas generaciones la que solicita este medio dada su convivencia diaria con las aplicaciones, digamos que invierten su tiempo en otros asuntos en lugar de hacerlo en trasladarse a un despacho.

Presencial u online, no son excluyentes, ambas pueden ser válidas, cada cual con sus ventajas e inconvenientes, se trata de una elección que sólo atañe al paciente y a sus necesidades, confiando en que él sabe dónde, cuándo y con quién.

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